¿Qué utilidad tiene el idealismo en el análisis que hace el advaita sobre el yo y el mundo?
Ante la pregunta de si existe «el» mundo aparte de alguien que lo perciba hay varias formas de responder según el Vedanta. Ninguna de las conclusiones termina con un mundo con existencia independiente, tomado en y por sí mismo. El idealismo afirma algo equivalente, así que veamos qué dicen Berkeley y el Advaita al respecto.
La respuesta de Berkeley es clara: si esse est percipi (aut percipere), entonces no hay mundo independiente a su percepción.
El advaita vedAnta dará una respuesta a varios niveles, dependiendo del punto de vista: 1) sRRiShTi-dRRiShti-vAda, 2) dRRiShTi-sRRiShTi-vAda, o 3) ajAti-vAda. Y para el último vAda, al menos, la respuesta es «No».
Analizada estructuralmente, en la pregunta hay un perceptor y un mundo. Por lo que el perceptor o es parte del mundo o no lo es. Si no es parte del mundo, entonces ¿dónde está el perceptor? O bien fuera del mundo, lo que implicaría que el perceptor existe pero está fuera del mundo, lo que nos lleva a una contradcción, y al mundo termina por faltarle algo que se afirma que existe. O bien el perceptor es parte del mundo, pero entonces ¿qué está percibiendo el perceptor? Tomada literalmente, la cuestión no tiene sentido. La independencia del mundo es pues un presupuesto.
Aunque eficaz a la hora de mostrar que la noción de sustancia material que existe fuera de la percepción es incoherente, el idealismo deja un residuo sutil que debe ser analizado.
Y es que el idealismo (como el de Berkeley) tiene como presupuesto una mente con existencia independiente. En el caso del idealismo de Berkeley, se trata dela independencia de la mente de los sujetos individuales y la mente de Dios. Es decir, el idealismo desarrolla una argumentación contra un mundo físico con existencia independiente, pero fundamenta estos argumentos suponiendo un mundo independiente de tipo mental . Hemos pasado de un mundo con existencia independiente a una mente con existencia independiente. Como fase en el análisis que supone el advaita es una etapa útil, pero no definitiva.
El sadhaka advaitín que no prosigue más allá del estadio del idealismo berkeleyano se parece al estudiante atascado en la mente de la Taittiriya Upanishad, capítulo III: V («El intelecto como Brahman»), perdiéndose el análisis final del capítulo III: X.6:
III: V: vijnanam brahmeti vyajanat, vijnanaddhyeva khalvimani bhutani jayante, vijnanena jatani jivanti, vijnanam prayantya-bhisamvisantiti,tadvijnaya, punareva varunam pitaramupa-sasara,adhihi bhagavo brahmeti, tam hovaca, tapasa brahma vijijnasasva,tapo brahmeti, sa tapo, atapyata,sa tapastaptva.
Se dio cuenta de que la inteligencia era Brahman. De la inteligencia, en verdad, los seres nacen aquí. Al nacer, viven por la inteligencia, y al partir entran en la inteligencia y se hacen uno con ella. Habiendo realizado esto, se acercó de nuevo a su padre y le dijo: «Hombre Dios, enséñame a Brahman.» Le dijo lo siguiente: «Conoce a Brahman a través de las austeridades…»
[…]
III:X, 6: aham annam aham annam aham annam, aham annadah, aham annadah, aham annadah, aham slokakrit aham slokakrit aham slokakrit, aham asmi prathamaja ritasya, purvam devebhyo, amritasya nabhayi, yo ma dadati sa ideva ma, vah, aham annam annam adantamadmi, aham visvam bhuvanam abhyabhavam, suvarna jyotih, ya evam veda, ityupanisat.
Soy la comida, soy la comida, soy la comida, soy el comedor de la comida. Yo soy el que come comida. Yo soy el que come la comida. Soy el aglutinante, soy el aglutinante, soy el aglutinante. Soy el primogénito del orden cósmico, ante los dioses y el centro de la Inmortalidad. Aquel que me ofrece, sólo él me protege. Aquel que come el alimento (sin ofrendar), yo, como alimento, me lo como. Yo, como el Señor Supremo, domino el mundo entero. Yo soy la luz dorada como la del sol. Quien conoce esto (llega a serlo). Esta es la enseñanza secreta.