INTENCIONES

mochueloSoy un estudiante de Madrid que está terminando la carrera de Filosofía, y  que también estudia Teología y Física. Este blog no tiene mayor pretensión que la de compartir algunas reflexiones en mi tiempo de ocio —es decir, cuando no me dedico al neg-ocio— sobre lo que voy aprendiendo y rumiando en estos saberes, especialmente en torno a la filosofía.

Me gustaría ser profesor de universidad, y este blog me permite ensayar esta profesión hasta que con un poco de suerte, algo de constancia y dinero lo consiga. Fake it till you make it.

Este es, pues, un blog sobre filosofía. Pero, puesto que a la filosofía le pasa como a Terencio y nada de lo humano le es ajeno, también trata filosóficamente temas teológicos y científicos, especialmente físicos.

Con todo, la principal deuda intelectual de este blog se ha contraído con la idea de Inteligencia sentiente y la idea de sistema sustantivo de Xavier Zubiri. Este filósofo de origen vasco, partiendo de los problemas característicos de la fenomenología de Husserl y de Heidegger, ha radicalizado magistralmente el viejo tema de las relaciones sujeto-objeto, desembocando en una teoría de la sensoriedad de sumo interés y en una teoría de la realidad que supera las limitaciones de la idea de sustancia. En la primera se recogen, se analizan y se estructuran unitariamente dos dimensiones filosóficas fundamentales del sentir humano, ignoradas por la mayor parte de la filosofía occidental y que están en la raíz de todos los idealismos y subjetivismos. Por un lado, unidad de sentir e inteligir en una sola facultad: la inteligencia no comienza donde hay juicios y razonamientos, sino en la misma aprehensión semiente de lo real. Por otra parte, se hace presente, aunque quizás no con la misma intensidad, la vieja intuición marxiana del carácter activo del sentir. Por otro lado, la idea de una realidad contituída no entorno a una sustancia, a un «soporte» de propiedades, sin a una estructura de relaciones respectivas y dinámicas. La relevancia de estas dos tesis es enorme para al status actual de las ciencias.

Ahora bien, si este es un blog de filosofía, no quiere agotarse en ser un mero blog de filosofía. En realidad, lo que aquí comparto ha sido pensado también para todos aquéllos que, sea cual sea su status, desean introducirse en los grandes problemas de la filosofía, ya sea porque nunca antes han realizado estos estudios, ya sea porque desean reformular desde una óptica distinta la filosofía que han estudiado. Su destinatario, por tanto, es todo aquél que se halle interesado en lo que Platón, en el Fedón, denominaba «el placer de los que están en filosofía» (ἐν φιλοσοφίᾳ ἡμῶν ὄντων). No es éste, contra lo que muchos han creído, el placer egoísta de quien busca, lejos del mundanal ruido, una sa­tisfacción individual. Se trata, más bien, de un interés que sólo puede ser satisfecho, como el mismo Platón pretendió a pesar de su idealismo y de sus limitaciones históricas, en la medida en que revierta en una progresiva emancipación de la humanidad. A quienes comparten este verdadero interés «filosófico» va destinado este blog. Ojalá algunos descubran que —como decía Husserl en su última obra— quien ha entendido y experimentado este modesto pero real valor del auténtico filosofar, «no puede ya nunca más dejar la filosofía» (kann die Philosophie und das Philosophieren nicht mehr lassen).

De Filosofía lo que más me interesa es la Metafísica, especialmente aplicada al problema mente-cuerpo. Mis influencias más notorias en Metafísica son Aristóteles, Descartes, Hume, Husserl, Ryle, Heidegger y Zubiri. Rechazo la distinción entre filosofía «analítica» y «continental». Considero, en la misma longitud de onda de Markus Gabriel, que es una distinción artificiosa e improductiva para la actividad filosófica. Rechazo profundamente también la Idea de sustancia. Además, considero que tanto el dualismo como el monismo son dos extremos erróneos.

En Teología el área que más me atrae es la Teología Fundamental, entendida esta como como, primariamente, el análisis de la dimensión teologal del hombre. En un segundo momento, estoy especialmente interesado en el contenido de la fe  cristiana con respecto a la Antropología Teológica, tema que actualmente ocupa la mayor parte de mis estudios, juntamente con las cuestiones relativas a la muerte y al más allá del hombre, es decir, la Escatología. Y ello porque la Escatología, en suma, es un sector ineludible de la antropología teológica desde el momento en que esta comprende al hombre como ser histórico. En efecto, a un ser de este tipo le es propio el pronóstico del futuro en cuanto momento interno de su presente. La escatología es, además, una cristología desarrollada; cuanto pueda decirse sobre el futuro absoluto desde la esperanza está prefigurado en el acontecimiento central de la historia que es Jesucristo. Con todo, me interesa tanto la doctrina tradicional de la muerte, como la muerte a luz del pensamiento católico contemporáneo, especialmente a través de una lectura crítica de Max Scheler, M. Heidegger,  Sartre, Jaspers, Marcel, Teilhard de Chardin, E. Mersch, H.E. Hengstenberg, K. Rahner, H. Volk y R. Troisfontaines, Pannenberg, Zubiri, Panikkar y Ruiz de la Peña. K. Rahner y Zubiri son los que más me interesan. También, igualmente, me interesa el diálogo a nivel antropológico con el budismo (sobre todo interpretado desde la Madhyamaka).

Todo esto me ha llevado a considerar como muy problemática la existencia del alma separada del cuerpo. Considero que la problematicidad de este estado (el estado intermedio) surge de la evidente tensión que se produce entre dos verdades dogmáticas: la retribución sigue inmediatamente a la muerte; la resurrección tendrá lugar al final de la historia. A mi juicio, la definición de la inmortalidad del alma, efectuada por el Concilio V de Letrán, iba dirigida a salvaguardar la inmortalidad personal, no la de un espíritu puro.  De igual forma, la Constitución Dogmática Benedictus Deus no exigiría la aceptación de la inmortalidad del alma, y eso a pesar de que en ella se habla de recibir el premio o el castigo inmediatamente después de la muerte y ante resumptionem suorum corporum. De una forma o de otra, me sumo a aquellos que, como K. Barth, dicen que la resurrección acontece inmediatamente después de la muerte. Y esto, para evitar la problematicidad de la pervivencia del alma separada.